Cuando ya te da igual la hora, el día o el lugar...
Un final necesario pero inesperado, que te arranca de cuajo y sin piedad el escudo, quizás de mentiras, con el que te estabas protegiendo.Y sólo quedas tú, y no te hace falta espejo para saber que ya sólo puedes aparentar lo que realmente eres. Porque vivir con el dolor que provocan otras personas es doloroso, pero hacerlo con la certeza de saber que tú eres el causante del dolor ajeno y del propio debe ser mucho peor.
Que la vida te de lo que te mereces, y que cuando eso pase no le eches la culpa a los demás y crezcas.
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