lunes, 27 de julio de 2015

Sonrisa Valiente

El viento de medio día tapa con nubes el sol del amanecer. 
Y Julio no tiene piedad y me obliga a usar abrigo y botas. Y caen las primeras gotas, y yo sigo sin paraguas y me juro que si aguanté así todo el invierno sobreviviré así a esto que llaman verano. Y si tengo que conformarme con el agua de lluvia lo haré saltando en cada charco, con botas de agua y gafas de sol. Con la risa más sonora, con la sonrisa más valiente.
Y, aunque te pienso, sigo aquí.

lunes, 13 de julio de 2015

La Playa

Las mañanas de playa en frente de casa de los abuelos, los paseos hasta la curva, las tardes apoyados en el muro esperando a que te toque jugar al boley. Las treinta veces que te paras a saludar a alguien desde que sales de casa hasta que llegas al pueblo.
Los “mamá hoy ceno bocata que he quedado antes” aunque  el plan fuera el de siempre, unas pipas en Enrique o cualquier banco del paseo. Los domingos de mercadillo en los que aprendimos a no esperar a las Ródenas ni a Javi, las tardes en misa. Fiestas de pijamas con ladrones imaginarios, madres con más paciencia que un santo, noches de cine de verano rociados de aután y con la chaqueta que nos habían obligado a llevar porque por la noche refresca.
Y de pronto éramos mayores y se nos hacía de noche en la playa, pero ya no importaba porque en vez de a las 10 quedábamos a las 12. Y nos arreglábamos y ellos se ponían camisa y nosotras nuestros tesoros del mercadillo de la semana anterior, y bebíamos primero vodka y luego chupitos de cualquier cosa que nos quisieran dar. Y con 16 años fuimos los reyes del mundo y no había nada mejor que ir llegando por la mañana a la playa y poner en común la noche, con restos de pintura en los ojos, con sellos de discoteca en las manos.
Y cuando nos dimos cuenta íbamos a la universidad. Vidas nuevas para todos, otra rutina, otros planes, miradas al futuro. Y si antes habíamos sido mayores ahora éramos casi adultos. Y cada año, pasase lo que pasase, el invierno con la mente en Cabo Palos y  los veranos en la arena.
Y este verano estoy lejos, más que nunca, y lo echo mucho de menos… El sabor a sal, el olor a crema, el tacto de las toallas secas después del agua del mar. Echo de menos el faro, los pies cabopaleros, las resacas bajo el sol y las noches que cenamos todos juntos. A mi familia, el gazpacho de mi abuela y  a mi abuelo quejándose de cada grano de arena que entra en casa porque no nos hemos lavado bien los pies. Las siestas con el tour de fondo, los granizados en la ola, las fiestas de día en el patio de delante, la lluvia de estrellas con sudaderas en la arena.
Y a vosotros. Mucho.


#echodemenos

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