Hoy el sábado es gris, y me acurruco.
Enciendo velas, cambio las sábanas, me envuelvo en la manta y vuelvo a escribir.
Escribo del abrazo que ya tengo, del que alejé, del que me falta.
De mares dibujados en el cuerpo, de barcos que ya navegan, que miro y son oleaje bravo a la par que calma, que son familia, retos y recuerdos. Que soy yo.
Hace tiempo que me río con más ganas, que duermo tranquila, que mi cama vuela cual alfombra mágica llevandome justo donde quiero estar.
Que es aquí.
Aquí con esta bata de capucha de oso tres tallas más grande porque era más barata, aquí en zapatillas regaladas por una de las personas más bonitas que conozco. Aquí con mis gafas de listilla y el pelo revuelto. Que ya asumí que no es que esté sino que soy despeinada. No importa.
Tengo cosas que decir, planes por hacer, lenguas que sacar, bailes por bailar, llantos por llorar y risas por reir. Tengo siete cactus, dos orquídeas, más zapatos que horas tiene un día y tres pares de gafas de ver. También tengo dientes de conejo y una familia que cualquiera pensaría desestructurada. Tengo manías absurdas y recuerdos geniales. Tengo que volver a Roma, tengo que abrazar a Pablo y a Ginebra con urgencia.
Se me está enfriando el té. Y la cama.
O*
No hay comentarios:
Publicar un comentario