Erase una vez el verano más rápido del mundo, que no corto.
Y el otoño ansioso que colorea los árboles.
Y las nubes cargadas de gris casi oscuro.
Y domingos en la cama en los que bailar no es raro.
Y tardes en los parques en los que no caben más besos.
Y el miedo de repente, y frenar, pero sin irnos.
Y el no saber de qué vamos pero seguir.
Y todo lo demás.
Todo el rato.
Sin parar.
O*
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