lunes, 14 de julio de 2014

De haberlo sabido

Una escalera endeble que llega a un infierno al que nos da miedo asomarnos. Ventanillas de coche que bajan de manera misteriosa, canciones que ya son recuerdos, las olas ausentes más grandes del mundo. El mar. Volver a compartir palabras, música, almohada y ascensor. Manos llenas de espuma, bocas llenas de besos, cuerpos llenos de ganas. Quizás, quizás, quizás no estoy perdiendo el tiempo.
Tés que fueron medicinas, el olor de esa vela en el salón, susurros sobre nada en la cocina. Camisetas que no cumplen su misión, edredones que taparon risas, cosquillas secretas que me arrepiento de no haber buscado.
A esto me refería con ese trozo de canción. 

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