Por las miradas mantenidas en cualquier vagón de metro, por el último pensamiento valiente que te impulsa a hacer algo que temes, por las cosquillas en el estómago como medida de felicidad.
Por hacer de hoy un día diferente, por dejarse llevar con miedo pero también con ilusión. Porque querer es poder y por eso sin querer no hay nada.
Porque sí, porque nos da por ahí, por las canciones que teletransportan tanto como los libros. Por esos libros, por el mar, por un vaso de agua cuando mueres de sed o el primer bocado de tu comida favorita.
Por las tardes con amigos en las que arreglar el mundo no hace falta porque con ellos todo va bien, por el mundo, por los amigos. Por dar sin que recibir se te pase por la mente, por atreverse, por arriesgar, por perder y por ganar.
Por las mañanas en las que podemos ser gatos y remolonear en la cama sin más preocupación que no olvidarnos de respirar, por las tardes de lluvia en compañía, por las pelis que curan aunque te hagan llorar.
Por ti.
Y por mí.
O
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