El sol de otoño me calentó los huesos,
echó el frío de la punta de los dedos de mis pies,
me hizo parpadear varias veces antes de poder ver,
me recordó a ti.
Hoy el sol de otoño me enseñó que el naranja también me gusta,
que el burdeos no sólo es vino,
que el rojo cae planeando desde cualquier árbol.
El sol de otoño se escurrió entre las ramas,
secó las hojas,
cerró mis ojos,
me llevó lejos.
Hoy vi el sol de otoño caminando por la orilla de Cabo de Palos,
sentada en un césped que empieza a morir, que casi cruje,
tumbada en la cama con un libro en las manos,
de pie tras una esquina cualquiera en Londres.
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